CURSO DE GNOSIS

A16.- La Sexología a la luz del Gnosticismo Universal

(Conferencia dictada en la Universidad San Luis Potosí en 1976 y dirigida a los estudiantes universitarios)

(Presentador. "' ...Vamos a escuchar nosotros a este Gran Maestro, que viene con una doctrina muy de época, de mucha trascendencia para nosotros. Con ustedes, el Maestro Samael Aun Weor).

Amigos, ante todo he de decirles que esa doctrina que fue anunciada aquí por nuestro amigo, se llama GNOSIS. Aquí en nuestro país México tenemos nosotros una Asociación de Estudios Gnósticos, Antropológicos y Culturales. A mí me ha cabido el alto honor de enseñar la Doctrina en todo nuestro país México. Yo soy de Cotí, Michoacán; he vivido, más que todo, en otros lugares del Distrito Federal; he viajado también por algunos lugares fuera de nuestro país llevando la Doctrina, y tenemos ya unos cinco millones de personas en toda la América.

Dejando este preámbulo, entraremos en materia de Sexología Trascendental. Ciertamente, podemos estudiar la sexología desde dos ángulos diferentes: el uno, desde el punto de vista meramente oficial, tal como se enseña en la Universidad de Medicina, etc.; el otro, desde el punto de vista meramente gnóstico. Voy a afrontar la sexología a la luz del Gnosticismo Universal.

Ante todo, GNOSIS significa CONOCIMIENTO. La palabra Gnosis entra también en la ciencia oficial: diagnosis, por ejemplo, diagnóstico..., vean ustedes la Gnosis ahí, en la etimología. En todo caso, las corrientes gnósticas definidas conocen a fondo la sexología.

En nombre de la verdad debo decirles que Sigmund Freud con su psicoanálisis inició una época de transformaciones extraordinarias en el campo de la sexología. Sigmund Freud produjo una innovación dentro del terreno de la medicina y eso lo saben todos los que han estudiado a Freud. Adler fue ciertamente uno de sus mejores discípulos. Discípulo de él también fue Jung, y muchos otros psicólogos, psicoanalistas y parapsicólogos.

El Sexo en sí es el centro de gravedad de todas las actividades humanas. Alrededor del sexo giran todos los aspectos sociales de la vida. Veamos por ejemplo un baile, una fiesta: alrededor del sexo gira toda la fiesta; en un café gira todo alrededor del sexo.

Hoy en día, el sexo comienza a ser estudiado por algunos sabios con propósitos trascendentales. Desafortunadamente y en verdad, abunda mucho la pornografía, se desvía al sexo hacia actividades meramente sensuales.

Hay varias clases de sexo. Existe el sexo normal común y corriente, existe el infrasexo y existe el suprasexo.

¿Qué se entiende por sexualidad normal? Entiéndase por sexualidad normal la actividad sexual conducente a la reproducción de la especie.

La infrasexualidad es diferente y hay dos clases de infrasexuales. En materia de Kábala se dice que Adán tenía dos esposas, Lilith y Nahemah. Lilith representa a una de las esferas infrasexuales. Encontramos en ella a los pederastas, homosexuales, lesbianas, etc., etc., etc. Y del lado de Nahemah encontramos nosotros a los abusadores del sexo, los pornográficos, aquellos que se entregan de lleno a la lujuria sin freno de ninguna especie ni control alguno. Son dos esferas de la infrasexualidad.

Así pues, el sexo normal, repito, conduce a la reproducción de la especie. En cuanto al goce sexual en sí mismo, es un goce legítimo del hombre. Quienes consideran al goce sexual como un pecado, quienes lo califican con algún tabú o quienes tienen la tendencia a considerarlo motivo de vergüenza, disimulo, etc., están totalmente equivocados.

El goce sexual, repito, es un goce legítimo del hombre. De ninguna manera podría ser despreciado o subestimado o calificado como tabú. Se tiene derecho por naturaleza al goce sexual.

Pero pasemos ahora al suprasexo, a la suprasexualidad. Incuestionablemente, la suprasexualidad es para los genios, para los hombres trascendentales, para las mujeres inefables, etc. Suprasexuales fueron un Jesús de Nazareth, un Buddha, un Hermes Trismegisto, un Mahoma, un Lao-tse en China, un Quetzalcóatl (para nosotros los Mexicanos), un Pitágoras, etc.

Todos podríamos entrar en el reino de la suprasexualidad. Empero, digo, para entrar en el reino de lo suprasexual, en la esfera de la suprasexualidad, se requiere primero que todo el sexo normal.

El infrasexual por ejemplo (lesbianas, homosexuales, pederastas, masturbadores) no está preparado para entrar en el reino de la suprasexualidad. El infrasexual debe primero que todo (si es que quiere regenerarse) empezar por lograr la sexualidad normal. Una vez lograda, se puede de lleno entrar en el camino de lo suprasexual.

Es difícil para los homosexuales y para las lesbianas, que pertenecen a la esfera de lo infrasexual, la regeneración.

Hace poco vino a visitarme un sujeto homosexual (venía de su país, Honduras). Tal hombre posee una cultura intelectual bastante alta. Se entusiasmó mucho por las ideas revolucionarias de la sexología tal y como las preconiza el Gnosticismo Universal, y hablándome con franqueza, me contó su trágica historia de homosexual. Sin embargo, me manifestó el deseo de regenerarse, de entrar en el terreno de la sexualidad normal y después, posteriormente, meterse por el camino suprasexual.

—Amigo —le dije— no le queda a usted más remedio que adquirir la sexualidad normal. Usted es un afeminado, habrá de comenzar primero por conseguirse una mujer. Consígase una mujer primero que todo, cásese, regenérese, adquiera la sexualidad normal, vuélvase un hombre normal, y el día que usted sea un hombre normal, el día que le gusten las hembras de verdad, entonces estará preparado para entrar en el terreno de la suprasexualidad, antes no es posible. Hoy por hoy, usted va por el camino de la degeneración, usted es un degenerado.

Bueno, no se ofendió el hombre francamente, pues yo tenía la razón. Dijo que se iba a conseguir una mujer, que se iba a casar, que iba verdaderamente a tratar de volverse de sexo normal porque él deseaba algún día entrar en las esferas trascendentales de lo suprasexual. Ojalá que el amigo se regenere, ojalá.

En otra ocasión vino a mí una lesbiana. Me dijo que quería que la aconsejara, que francamente a ella le encantaban las mismas mujeres, que estaba en un problema gravísimo, que ella gastaba mucho dinero con cierta dama que había por ahí, pero que esa dama le estaba poniendo «cuernos», como decimos. Lo cierto es que andaba la dama de sus anhelos por la calle con otras damas y, claro, le provocaba celos.

Y sufría aquella lesbiana como si fuera un hombre, exactamente. Lloraba, me suplicaba y me pedía consejos como si fuera un hombre (entre paréntesis, era una vieja horrible, no se lo niego a ustedes; yo no pude menos que mirarla con un terrible asco). Bueno, le di unos cuantos consejos, le dije que lo mejor era que se regenerara, que se consiguiera un hombre, que entrara por el camino de la sexualidad normal, etc.

No sé si aquella pobre vieja se habrá regenerado, no parecía tener muchas ganas de regenerarse pues estaba demasiado celosa (celosa con “su dama”), celosa con otras damas que acompañaban a “su dama”; parecía todo un macho, ni mas ni menos...

Vean ustedes qué horrible es el camino de la degeneración, el camino infrasexual. Pero no solamente son infrasexuales en verdad las lesbianas, los homosexuales, los masturbadores o pederastas, no. Infrasexuales son también los abusadores del sexo, esos que a cada instante, a cada segundo están cambiando de dama, esos que copulan hasta 10 y 15 veces diarias. Y los hay, yo los conozco. Sujetos así indudablemente son degenerados infrasexuales, aunque se crean muy machos, pero lo que tienen es que están degenerados.

Entremos ahora en el camino de la sexualidad normal. La sexualidad normal en sí es hermosa. Se une el hombre a su mujer, se aman, reproducen su especie, viven una vida mesurada, etc. Viven, eso sí, de acuerdo con los intereses de la Naturaleza, de acuerdo con la economía de la Naturaleza,

Cada uno de nosotros es una maquinita (y eso no lo podemos negar) que capta diferentes tipos y subtipos de energía cósmica. Cada maquinita, es decir, cada uno de nosotros, después de captar esos tipos de energía cósmica o universal, transforma tales energías automáticamente, subconscientemente y las retransmite a las capas interiores de la Tierra.

Así que la Tierra es un organismo vivo, un organismo que vive de nosotros. No quiero decirles a ustedes que las plantas no cumplan igual función. Es claro que cada planta, según su especie, capta tales o cuales tipos de vibración cósmica, que luego transforma y retransmite a las capas interiores de la Tierra.

En cuanto a los organismos de los animales sucede lo mismo. Ellos captan tales o cuales tipos de energía que transforman y retransmiten a las capas interiores del organismo planetario. Total, la Tierra es un organismo vivo.

Nosotros nos reproducimos incesantemente con la sexualidad normal. Y eso es necesario para la economía de la Naturaleza. Además, el goce sexual es un goce legítimo del hombre, no es crimen, no es un delito como suponen muchos mojigatos, muchos mentecatos, muchos pietistas, etc. Pero hoy por hoy nosotros, con nuestra sexualidad normal, vivimos de acuerdo con los intereses económicos de la Naturaleza.

Otra cosa es la suprasexualidad, esto es definitivo. Entrar en el terreno suprasexual es entrar ya en el camino de las transformaciones extraordinarias. Federico Nietzsche, en su obra «Así hablaba Zaratustra» habla francamente del Superhombre. Dice: “Ha llegado la hora del Superhombre. El Hombre no es más que un puente tendido entre el animal y el Superhombre, un peligroso paso en el camino, un peligroso mirar atrás, todo en él es peligroso. Ha llegado la hora del Superhombre”.

Bueno, Hitler interpretó a Nietzsche a su modo. Durante la Segunda Guerra Mundial hasta el más insignificante policía alemán era un "Superhombre". Nadie se sentía chiquito en la época de Hitler. En Alemania todos eran “Superhombres”. Parece que Hitler, aunque con muy buenas intenciones, no supo interpretar a Nietzsche.

Yo creo en el Superhombre, francamente se lo manifiesto a ustedes, pero me parece que Hitler erró el camino. Se puede llegar a la estatura del Superhombre, mas eso solamente es posible mediante la transmutación de las energías sexuales y eso pertenece al terreno de lo suprasexual.

En todo caso, en el ser humano hay cinco centros fundamentales. Primero que todo, el intelectual, que es el que más utilizan todos ustedes para el estudio. Segundo, el emocional. Tercero, el motor, que está en la parte superior de la espina dorsal; en cuanto al emocional lo tenemos en el corazón. Cuarto, el centro instintivo, que está en la parte inferior de la espina dorsal. Y quinto, propiamente dicho, el sexual.

Repito para que ustedes puedan grabar mejor: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual, cinco centros. Total que estos cinco centros son fundamentales para todas las actividades humanas.

En cuanto al sexual propiamente dicho, quiero decirles a ustedes que es el centro alrededor del cual giran todas las actividades humanas.

El pensamiento aparentemente es muy rápido, pero desgraciadamente es muy lento. Si ustedes van manejando un carro, por ejemplo, y de pronto en un momento de peligro se ponen a analizar si deben hacer esto o aquello, adelantarse o atrasar o retroceder, quebrar a la derecha o quebrar a la izquierda, pues vienen a chocar y a tener una catástrofe. El centro motor es más rápido. Uno, cuando va manejando un carro, no tiene mucho tiempo para pensar, actúa velozmente y ya sale del paso. Pero si en ese momento el pensamiento nos trabara, pues chocaríamos. Cuántas veces uno va manejando un automóvil y resulta que en un momento dado queda indeciso si hacia la derecha, si hacia la izquierda, y total, un fracaso. De manera que es muy lento el centro del pensamiento.

Más rápido es el centro del movimiento, el centro motor. El emocional también es un centro rápido, pero no hay centro más rápido que el centro sexual.

Uno, como hombre, ve una mujer y en milésimas de segundos sabe uno si se complementa con uno o no; si exactamente está de acuerdo con la “onda” que uno lleva o no. Empero, eso es cuestión de milésimas de segundo, ustedes como jóvenes lo saben. Ustedes se encuentran frente a frente con una muchacha, pero instintivamente, instantáneamente saben si está de acuerdo con la “onda” de ustedes o no, eso es rapidísimo. De manera que es un centro que permite registrar con rapidez inaudita al otro polo, es el centro más veloz que nosotros poseemos.

Pero entremos en factores un poco más detenidamente. Muchas veces un hombre vive feliz con su mujer, la quiere; sin embargo nota que algo le falta. Ciertamente puede suceder que con la mujer que uno esté no se sienta completo. Puede ser que ella llene las actividades del centro emocional posiblemente, pero tal vez no se complemente con uno mentalmente. O tal vez sexualmente no se complemente con uno, y al encontrar uno por ahí otra dama, puede suceder que esta otra sí se complemente con uno, y entonces viene eso que se llama adulterio.

No vengo yo aquí a alabar el adulterio. En cierta ocasión por ahí había una sala donde varias adúlteras estaban “dándole al vidrio”. Una de ellas, de pronto, embriagada de vino dijo: “¡Viva el adulterio!”. Era una dama muy hermosa, entre paréntesis. No, yo no vengo a hacer alabanzas del adulterio porque eso sería absurdo, pero sí veo las causas del adulterio.

Muchas veces, uno de la pareja no consigue complementarse en los cinco centros totalmente con el otro, entonces posiblemente encuentre complementación con otra persona y de allí deriva eso que se llama “adulterio”.

Pongamos que, emocionalmente, un hombre se complementa con una mujer, pero sexualmente no. Puede darse el caso que encuentre una dama con la que sí se complemente sexualmente. Supongamos que un hombre se complementa con una mujer mentalmente pero emocionalmente no. Puede darse el caso que encuentre una dama con la que venga a complementarse emocionalmente.

Puede suceder que en el mundo de los hábitos no se complemente un hombre con su mujer. Puede suceder que se encuentre también en el mundo de los hábitos relacionados con el centro motor, otra mujer con la que sí se complemente, con la que tenga afinidad. Ésa es la causa intrínseca de tantos y tantísimos adulterios que dan origen, pues, a los divorcios.

Como les digo, no vengo a alabar el adulterio porque eso sería absurdo, ni estoy de acuerdo con aquella dama que gritaba en célebre orgía “¡Viva el adulterio!”. No, yo no estoy de acuerdo con eso, mis amigos. Únicamente aquí, con ustedes, en compañerismo, estamos estudiando la cuestión sexual y no podríamos dejar pasar por alto esta cuestión del adulterio.

Yo creo que lo mejor para uno, como hombre, es encontrar una mujer que se complemente con uno en lo intelectual, en lo emocional, en el centro motor o mundo de los hábitos, en el centro de los instintos y en el sexo, es decir, la pareja ideal, la pareja perfecta. Y creo a su vez, también, que lo ideal para una mujer sería encontrar un hombre con el que se complementara totalmente. Entonces habría verdadera FELICIDAD.

Otro de los motivos graves, como para que no pueda existir la felicidad, es la cuestión de los temperamentos. Un hombre de temperamento ardiente es imposible que pueda ser feliz con una mujer que parezca una mole de hielo, sencillamente no. El hecho mismo de tener que ir a besarla y en el momento del beso se encuentra con que ella no tiene ganas de besos, eso es gravísimo. Ahora, ¿qué diríamos durante la cópula, en el momento de copular una mujer “helada”?

Acuérdense ustedes de aquel libro que se titula «Sinoé el Egipcio» (que lo dieron en película). Resulta que allí había lugares de momificación, en Egipto. Como existían varios lugares, lugares de inmundicia donde arreglaban cadáveres para momificarlos, y quienes trabajaban en ese lugar de momificación, pues, olían inmundo por doquiera que pasaban y ninguna mujer gustaba de esa clase de hombres que olían tan feo; y claro, olían a podredumbre metidos entre la podredumbre. ¿Saben ustedes lo que hacían esa clase de momificadores? Copulaban con los cadáveres de las hembras que traían ahí. ¿Les parece a ustedes muy agradable eso, copular con difuntas? Eso sucedía en Egipto.

Pues bien, ¿qué dirían ustedes de un hombre de temperamento ardiente que tenga que copular con una mujer de “hielo”, con un “cadáver”? Eso resulta espantosamente horrible.

También es muy cierto y de toda verdad que existe el temperamento, dijéramos bilioso, gente pesada, torpe. Una mujer, por ejemplo, de carácter pesado, torpe en sus movimientos es imposible que pueda entenderse con un hombre de temperamento nervioso, por ejemplo. ¡Imposible! Aun es imposible también que un hombre de temperamento nervioso pueda entenderse con una mujer completamente ardiente.

Así que la cuestión de los temperamentos es muy importante. No solamente se necesita que haya correlación entre los distintos centros de la máquina orgánica (intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo), sino que haya temperamentos afines. Sólo así, habiendo temperamentos afines y perfecta interrelación entre los distintos centros de la máquina, pues entonces puede haber una auténtica afinidad, lo cual daría FELICIDAD.

Sin embargo, estoy hablándoles ahora de sexualidad normal. Suprasexualidad es diferente, mis amigos. Para entrar en el terreno de la Suprasexualidad, se requiere ante todo saber transmutar la energía creadora.

Pero debemos pensar en el sexo no solamente como cuestión fisiológica. Ha de saberse que en el sexo existe ENERGÍA. Al fin y al cabo Einstein dijo: “Energía es igual a masa multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado”... También dijo: “La Energía se transforma en masa, la masa se transforma en energía”.

¿Es posible transformar la masa en energía? ¡Claro está que sí! Vean ustedes un pozo de agua en el camino, en la carretera. Con el calor del sol se va evaporando esa agua que por último se convierte en nubes, y en última síntesis en energía: en nubes, rayos, truenos. Todas las aguas de los mares y de los ríos se convierten en nubes, y por último, en rayos y truenos, es decir, en energía. Lo mismo sucede con el ENS-SEMINIS.

¿Qué se entiende por “ENS-SEMINIS”? La entidad del semen, es decir, el esperma sagrado. Hoy se tiene la tendencia a considerar el esperma como simplemente una substancia que secretan nuestras glándulas endocrinas sexuales. La palabra “sagrado”, acomodada al esperma, parece como “fuera de onda”. Sin embargo, si ustedes estudian cuidadosamente el “Psicoanálisis” de Sigmund Freud, verán que él dice lo siguiente. Dice que “las religiones en última síntesis tienen origen sexual”.

Yo estoy de acuerdo con Freud en ese sentido. Si ustedes están de acuerdo, bien, y si no están, bien. Yo, por mi parte, sí estoy.

Cuando uno mira las religiones de los indígenas, por ejemplo, las religiones de las distintas tribus de Indoamérica o de África o de Asia, puede evidenciar en forma directa y por sí mismo que todas esas religiones, en todos esos cultos, hay una mezcla de lo sexual con lo místico, es decir, de lo religioso con lo erótico.

Uno se maravilla al ver en la India esa clase de templos o pagodas: dioses y diosas allí, en posturas de tipo erótico, copulando. Y lo más interesante es que esas posturas fueron sagradas en la tierra de los Vedas. Están debidamente clasificadas, y en una o en otra forma, coadyuvan maravillosamente con Eros, con la erótica; a lo freudiano o a lo meramente, dijéramos, lujurioso, pero coadyuvan.

Había en Creta grandes procesiones, por ejemplo, en que las sacerdotisas iban con phalos enormes de madera sagrada. Entonces el phalo no era considerado de la forma vulgar como hoy lo hacemos, sino que se le rendía un verdadero culto. También se le rendía culto al yoni, es decir, al órgano sexual femenino.

No hay duda de que la Lanza aquella con la que se dice que Longinus hirió el costado del Cristo, no es sino una viva representación del phalo. No hay duda también de que la Copa, Cáliz o Santo Grial por la cual pelearon todos los Caballeros de la Edad Media cuando salieron para la Tierra Santa durante la época de las Cruzadas Eucarísticas, representaban al Yoni Femenino, al Eterno Femenino.

Por cierto, que los Caballeros de la Edad Media andaban buscando ese Cáliz en el que bebió Cristo en la Última Cena (símbolo del Yoni). Jamás lo encontraron, es obvio. Pero como recuerdo de aquélla época y de la búsqueda del Santo Grial y de la pelea contra los moros, quedó la copa esta de las Olimpiadas (copa que se entrega a los vencedores en los Juegos Olímpicos, tiene ese origen esa copa). No olviden que representa al yoni, es decir, al órgano sexual femenino. Así pues, en el terreno de lo Suprasexual, el Cáliz y la Lanza son sagrados.

El esperma es sagrado porque en el esperma está contenida nuestra propia personalidad. Los alquimistas medievales veían en el esperma al VITRIOL (por cierto que esa palabra se descompone así: Visita Interiorem Terram Rectificando Invenies Ocultum Lapidem “Visita el interior de nuestra tierra, que rectificando encontrarás la piedra oculta”).

Pero, ¿a qué piedra se referían precisamente los alquimistas medievales? A la famosa Piedra Filosofal. Tal Piedra hay que fabricarla. No hay duda que existen fórmulas para su fabricación. Yo creo en la Piedra Filosofal, pero hay que fabricarla. Mediante el esperma sagrado y sus transmutaciones es posible lograr la Piedra Filosofal.

La transmutación de la líbido sexual, convertir el esperma en energía es posible cuando se conoce la clave. Lo importante es conocer la clave.

Si con el Ens Seminis podemos nosotros dar vida a un hijo, si con el Ens Seminis podemos reproducir la especie, si con el Ens Seminis podemos llenar de millones de seres humanos un mundo, es cierto y de toda verdad que con el Ens Seminis, es decir, con la Entidad del Semen podemos darnos vida a sí mismo y convertirnos en verdaderos Superhombres, en el sentido más completo de la palabra.

Ahora bien, lo importante sería lograr la transmutación de la líbido sexual. Mediante la transmutación, logramos cerebrizar el semen y seminizar el cerebro. Se hace necesario seminizar el cerebro, señores, porque es muy sabido por los hombres de ciencia actual, que no todas las áreas del cerebro actualmente están trabajando.

Se sabe hoy en día, en Medicina, que solamente una mínima parte de nuestro cerebro está actualmente ejerciendo sus funciones. Incuestionablemente tenemos muchas áreas, muchas partes del cerebro inactivas.

Si con el poquito de cerebro que está activo hemos logrado crear cohetes atómicos que viajan a la Luna, hemos logrado crear la bomba atómica (con la que se destruyeron ciudades como Hiroshima y Nagasaki), hemos conseguido nosotros aviones supersónicos que viajan a una velocidad extraordinaria, ¿qué tal si nosotros regeneráramos el cerebro, si pusiéramos en actividad todas las partes del cerebro, si la totalidad de la masa encefálica trabajara? Entonces podríamos transformar este mundo, cambiarlo, hacerlo maravilloso. Pero hay que regenerarlo, hay que seminizarlo. ¡Cerebrizar el semen y seminizar el cerebro!, he ahí la clave.

Es posible seminizar el cerebro. Los grandes músicos de antaño, un Beethoven por ejemplo, un Mozart, un Chopin o un Liszt fueron hombres que tuvieron el cerebro muy seminizado, hombres que dieron a su cerebro capacidades extraordinarias, que utilizaron el mayor porcentaje de las áreas cerebrales. Sin embargo, hoy en día la cosa es muy diferente. El cerebro humano se ha degenerado demasiado y no nos damos cuenta de ello.

Si estamos en medio de una pachanga contentos, si estamos de acuerdo con la “última onda”, si estamos en pleno rock and roll y de pronto alguien quita el disco y pone la Novena Sinfonía de Beethoven, ¿cómo se sentirían ustedes? Estamos seguros de que ustedes no continuarían en la pachanga. ¿Qué harían ustedes? Claro, ustedes no irían a insultar al señor de la casa, naturalmente no, pero muy decentemente se retirarían ¿verdad?.

En épocas pasadas por ejemplo, cuando el cerebro todavía no se había degenerado tanto como ahora, la cosa era distinta. Se bailaba puro vals al compás de la música clásica. En plena comida estaban los músicos haciendo vibrar las más deliciosas sinfonías. De moda estaba Beethoven y Mozart, Chopin y Liszt.

¡Esos eran otros tiempos, señores, pero ahora no estamos en esos tiempos! Si ahora nos salen con una música de esas en plena pachanga, sencillamente nos despedimos y ¡good bye! nos vamos, es claro. ¿Por qué? Porque nos aburrimos. ¿Y por qué nos aburrimos?. (Seamos analíticos, aquí estamos para analizar) Sencillamente porque el cerebro está degenerado, hay ciertas áreas que ya no pueden apreciar la buena música. ¿Y por qué se ha degenerado el cerebro? Se ha degenerado sencillamente porque nosotros durante varios siglos hemos estado extrayendo de nuestro organismo la entidad del semen.

No la hemos extraído únicamente para dar vida a nuevas criaturas, no. La hemos extraído porque nos ha gustado, porque es un gran placer, eso es todo. Por eso nos hemos dado gusto en la lujuria, en lechos de placer gozando “a lo lindo”, pero el “paganini” ha sido el cerebro, ése es el que ha tenido que “pagar el plato”. Ahora sucede que muchas áreas no están trabajando.

Es posible, sí, regenerarlo, pero para regenerarlo hay que transmutar la entidad del semen, convertirla en energía. Sólo así podríamos cerebrizar el semen.

Lo que faltaría aquí en esta plática es decir cómo. Yo tendré mucho gusto en explicarle un artificio muy singular que los alquimistas medievales enseñaban a sus discípulos.

El artificio que voy a enseñarles a ustedes también lo enseñaron los hombres de ciencia como Brown-Sequard en los Estados Unidos. Lo enseñó el Dr. Krumm Heller, médico coronel de nuestro ejército glorioso mexicano, lo enseñó también Jung y lo enseñan las escuelas asiáticas del tantrismo oriental.

No es una cosecha mía particular. Yo la he aprendido de todos esos sabios y, a su vez, se la comunico a ustedes, no como un artículo de fe o como un dogma inquebrantable, no. Si ustedes quieren aceptarlo, acéptenlo; si no lo quieren aceptar, no lo acepten. Muchas escuelas lo han aceptado, muchas escuelas lo han rechazado; cada cual es libre de pensar como quiera. Yo únicamente les doy mi modesta opinión.

El artificio consiste en esto: conexión del lingam-yoni (lingam, ya saben ustedes cuál es el lingam, el phalo; yoni, ya saben ustedes que es el útero, el eterno femenino, el órgano sexual de la mujer) sin la eyaculación de la entidad del semen. El Dr. Krumm Heller decía, en latín daba la fórmula, decía: immissio membri virilis in vaginam feminae sine ejaculatione seminis.

Algunos científicos modernos la han aceptado. Hubo la Sociedad Oneida en Estados Unidos, experimentó con esa fórmula. En la Sociedad Oneida vean ustedes lo que se hacía. Entraron unas 25 parejas, hombres y mujeres, a trabajar con el sexo. Durante cierto tiempo se les ordenaba copular, pero sin la eyaculación de la entidad del semen. Luego se les sometía a estudios clínicos.

En los Estados Unidos se logró observar la seminización completa del cerebro, el aumento de hormonas en la sangre, la mejora completa del organismo, la fortificación de la potencialidad sexual, etc., y muchas enfermedades desaparecieron.

Cuando los científicos resolvían que era necesario que se tuviera hijos, daban entonces (en la Sociedad Oneida) también la libertad para que copularan con eyaculación seminal; entonces se obtenía la reproducción. Así se hicieron muchos experimentos en la Sociedad Oneida.

En todo caso, lo interesante de este fino artificio, que constituye el secretum secretorum de los alquimistas medievales, consiste en que nunca llegan a degenerarse las glándulas sexuales. Ustedes saben muy bien que cuando las glándulas sexuales se degeneran, se degenera también la hipófisis y se degeneran también todas las glándulas de secreción interna. Todo el sistema nervioso pasa por procesos de degeneración; entonces viene la decrepitud y la muerte.

¿Por qué existe la vejez? Sencillamente porque las glándulas sexuales entran en decrepitud. Al entrar en decrepitud, entran en decrepitud todas las glándulas endocrinas, y entonces se procesa la cuestión aquella de la decrepitud y vejez.

Pero si hubiera un sistema que permitiera que las glándulas sexuales no se degeneraran, no entraran en decrepitud, podría conservarse todo el sistema nervioso en perfecta actividad, y entonces no habría decrepitud ni vejez, eso es obvio.

Ahora bien, por medio de este fino artificio “conexión del lingam-yoni sin eyaculación del ens seminis” (como dicen los médicos famosos Krumm Heller y Brown-Sequard), es posible entonces conservar las glándulas sexuales activas durante toda la vida.

Esto significa que un hombre que practicara con tal sistema llegaría a la edad de 90 y 100 años, todavía con capacidad para copular y para gozar libremente del placer sexual (que es un placer legítimo del hombre, que no es un “pecado”, que no es un tabú, que no debe ser motivo de vergüenza o de disimulo, etc., sino, repito, un derecho legítimo del hombre).

Ahora bien, mediante la transmutación de la entidad del semen en energía, se procesan cambios psicológicos extraordinarios, se desarrolla la glándula pineal. Esa glándula estuvo activa en otros tiempos, en tiempos antiquísimos de la Historia; entonces el ser humano poseía aquél ojo del que nos hablara Homero en su Odisea, el ojo de los lacértidos, el ojo que viera en aquél terrible gigante que intentara devorarles. Ese ojo de los lacértidos no es una mera leyenda sin fundamento alguno.

Mediante la transmutación sexual, esa glándula se desarrolla, entra en nueva actividad. Allí está ese ojo que le permite a uno percibir el ultra de todas las cosas.

Nuestro mundo no es solamente de tres dimensiones como creen los ignorantes ilustrados. Nuestro mundo existe en una cuarta vertical; aun más, podemos asegurar con gran énfasis que existe una quinta vertical, una sexta y una séptima.

Esto es, que nosotros nunca hemos visto nuestro mundo como verdaderamente es; y no lo hemos visto porque nuestros cinco sentidos están degenerados, nuestra glándula pineal está atrofiada.

Existen otros sentidos en nosotros que se hallan completamente degenerados y que son de percepción, pero que están degenerados. Y si nos lográramos regenerar, podríamos percibir el mundo como es, con sus siete dimensiones.

Así que la cruda realidad de los hechos es que mediante la transmutación sexual, se puede regenerar la pineal y los otros sentidos que se hallan atrofiados. Así tendríamos acceso a un mundo de conocimientos extraordinarios, así tendríamos acceso a las dimensiones superiores de la naturaleza y del cosmos, así podríamos ver, oír, tocar y palpar las grandes realidades de la vida y de la muerte. Podríamos aprehender, capturar todos los fenómenos cósmicos en sí, tal cual son y no como aparentemente son. Transmutación es la clave, cambiar el esperma, modificarlo en energía, he ahí lo fundamental. Ha llegado pues la hora de comprender todo esto a fondo, integralmente.

Si un hombre se propusiera cumplir con esa fórmula tan sencilla, con ese artificio que nos enseñara Brown-Sequard, que nos enseñara Krumm Heller y que nos enseñaran los alquimistas medievales, podría decirles a ustedes con gran énfasis y absoluta seguridad que este hombre, a la larga, se transformaría en un Superhombre.

Todos necesitamos, sentimos la necesidad de cambiar, de convertirnos en algo diferente. Esto es si no somos reaccionarios, porque el conservador, el retardatario, no desea cambiar. Pero cuando uno es revolucionario de verdad, uno quiere ser distinto, uno quiere cambiar fundamentalmente, transformarse en algo distinto, convertirse en un Superhombre, hacer de la doctrina de Nietzsche una realidad.

Es posible cambiar, mediante la transmutación sexual. La fuerza sexual nos puso sobre el tapete de la existencia y esto no me lo pueden ustedes negar. Nosotros existimos, vivimos gracias a que tuvimos un padre, gracias a que tuvimos una madre. En última síntesis, la raíz de nuestra propia vida está en la cópula de un hombre y de una mujer.

Ahora bien, si la fuerza sexual, si la energía del sexo tuvo poder para ponernos sobre el tapete de la existencia, es obvio que es la única que tiene autoridad de verdad para transformarnos radicalmente.

En el mundo hay muchas ideologías, en el mundo hay muchas creencias y cada cual es libre de creer en lo que le dé la gana, pero la única fuerza que tiene autoridad para transformarnos, es la que nos creó, la que nos puso sobre el tapete de la existencia. Me refiero en forma enfática a la fuerza sexual. Aprender a manejar esa energía maravillosa del sexo, significa hacerse amo de la Creación.

Cuando el esperma sagrado se trasforma en energía, se provocan cambios psicosomáticos extraordinarios. Bien sabemos nosotros lo que son esos vasos hormonales de nuestras gónadas, cómo trabajan, cómo pasan las hormonas de vaso en vaso, cómo, por último, a lo largo de los cordones espermáticos, llega hasta la próstata. Bien sabemos lo valiosa que es la próstata. Allí se producen las más grandes transformaciones de la entidad del semen, y las hormonas por último entran en el torrente sanguíneo.

La palabra hormona viene de una raíz griega que significa “ansias de ser, fuerza de ser”. Las hormonas han sido estudiadas por nuestros hombres de ciencia, son maravillosas. Las hormonas sexuales por ejemplo, entrando en el torrente sanguíneo, realizan prodigios.

Cuando tocan a las glándulas endocrinas, sea la tiroides, sean las paratiroides, sean los riñones o suprarrenales o a la timo, etc., etc., las estimulan, hacen que esos pequeños microlaboratorios produzcan más hormonas, y esas hormonas, producidas por todas las glándulas en general, enriquecen el torrente sanguíneo en forma extraordinaria; entonces desaparecen las dolencias, desaparecen las enfermedades.

Desgraciadamente, hoy por hoy, el esperma que es preparado por las gónadas y que luego sube o asciende hasta la próstata, es desgraciadamente despilfarrado y ni siquiera se les deja descomponer a los famosos zoospermos en las hormonas, cuando ya se les tira fuera del organismo, cuando se les arroja. Muchas veces, ni siquiera alcanza a ascender la entidad del semen desde los testículos hasta la próstata, cuando ya es eliminada.

Y en cuanto a los masturbadores ¿qué diremos? Bien saben ustedes lo que es el vicio de la masturbación. Cuando alguien se masturba, indubitablemente está cometiendo un crimen contra natura.

Después de que se ha eyaculado la entidad del semen, queda cierto movimiento peristáltico en el phalo y esto lo sabe cualquier hombre. Con tal movimiento, siempre el phalus recoge del útero de la mujer la energía que necesita para alimentar al cerebro. Pero durante la masturbación la cosa es distinta. El phalus lo único que recoge con su movimiento peristáltico es aire frío que va al cerebro. Así se agotan muchas facultades cerebrales.

Innumerables sujetos han ido al manicomio por el vicio de la masturbación. Un cerebro lleno de aire es un cerebro estúpido en un ciento por ciento. Así que condenamos ese vicio totalmente.

Distinto es si se transmuta el esperma sagrado en energía, pero esto solamente es posible durante la cópula, evitando pues a toda costa la eyaculación del ens seminis; porque (como dieran los mejores sabios medievales) dentro de él se encuentra todo el ens virtutis del fuego, es decir, la entidad ígnea del fuego.

Enriquecer la sangre con hormonas no me parece un delito. Transmutar el esperma en energía está muy bien documentado por hombres como Sigmund Freud y otros tantos. Entonces, lo importante sería aprovechar toda la potencialidad sexual para seminizar el cerebro y desarrollar la glándula pineal y hasta la hipófisis y otras. Así se conseguirá una transformación orgánica maravillosa.

Lo psicosomático está relacionado íntimamente con lo sexual. Una suprasexualidad implica de hecho también algo suprasexual dentro de lo psicosomático. Por eso diría yo a ustedes con entera realidad que suprasexuales fueron, por ejemplo, hombres como un Hermes Trismegisto o como Quetzalcóatl o como el Buddha o Jeshuá Ben Pandirá (que no es otra cosa que el Gran Kabir Jesús). Esos fueron suprasexuales. El suprasexual es el Superhombre de Nietzsche.

Uno puede alcanzar la estatura del Superhombre entrando en el terreno de la suprasexualidad, sabiendo gozar del amor, sabiendo gozar de la mujer, sabiendo vivir con alegría, con más emoción y menos razonamientos inútiles. La emoción es lo que cuenta y eso vale más que todo.

Así pues, desde un punto de vista revolucionario, nosotros podemos convertirnos en verdaderos dioses-hombres si así lo queremos. Bastaría que regeneráramos las áreas del cerebro, que las pusiéramos a trabajar a todas y entonces sí haríamos un mundo mejor.

En todo caso creo, y es indispensable saber, que la clave dada para la transmutación significa también la clave para la regeneración.

Los sabios de la antigüedad nos hablaron de un fuego solar que existe siempre latente en toda materia orgánica e inorgánica. Ese fuego, naturalmente, está encerrado, en cuanto al hombre, en su sistema seminal. No se trata naturalmente de un fuego meramente físico. Es, dijéramos, un fuego de tipo supradimensional, psicológico o metafísico.

Ese fohat (palabra que significa fuego) de tipo estrictamente sexual, y que todos lo sentimos durante la cópula, puede desenvolverse y desarrollarse para ascender, desde nuestro sistema seminal, a lo largo del canal medular espinal.

Cuando ese fuego asciende, despierta en nosotros poderes que ignoramos, poderes extraordinarios de percepción, o mejor dijéramos, de extrapercepción sensorial, poderes que divinizan. Pero hay que despertarlos mediante la transmutación de la líbido sabiendo gozar del amor. Y la mujer también puede despertarlos sabiendo gozar de su varón.

Con ese fuego se realizan prodigios. Los orientales lo denominan kundalini y es maravilloso. Nuestros antepasados mexicanos le denominaban la “serpiente” porque, decían ellos, tiene figura de serpiente sagrada que sube a lo largo del canal medular espinal.

En el Oriente se habla de siete centros que existen en la espina dorsal, siete centros magnéticos que podrían ser perfectamente estudiados con placas muy especiales y también con agujas imantadas y otros sistemas de investigación.

El primero está en el coxis. Cuando entra en funcionalismo, nos confiere determinados poderes sobre el elemento tierra. El segundo está a la altura de la próstata, el cual nos confiere poderes sobre los elementos acuosos de nuestro organismo. El tercero está a la altura del ombligo, el cual, despertado, nos permite manejar nuestro temperamento ardiente y hasta actuar sobre el fuego universal. El cuarto está a la altura del corazón y es obvio que nos confiere ciertas facultades extraordinarias como la de la telepatía, la intuición y muchos otros. El quinto está a la altura de la glándula tiroides que secreta el yodo biológico. Nos confiere cierto poder psíquico extraordinario, la llamada clariaudiencia, el poder para escuchar los sonidos del ultra. El sexto a la altura del entrecejo, que nos da el poder para poder percibir también las dimensiones superiores de la naturaleza y del cosmos. Y el séptimo a la altura de la glándula pineal, que nos da el poder para ver por sí mismos los misterios de la vida y de la muerte.

Así pues, esas facultades se hallan latentes dentro de nuestro organismo y pueden ser despertadas con ese fuego extraordinario que los indostanes llaman kundalini y que sube por el canal medular mediante la transmutación sexual.

Pero para llegar a estas alturas, se necesita trabajar con ese secretum secretorum durante toda la vida. Quien así proceda se transformará en Superhombre y podrá penetrar en el anfiteatro de la Ciencia Cósmica, podrá adentrarse en la Universidad de la Ciencia Pura y resolver problemas que la Ciencia Oficial todavía no ha sido capaz de resolver.

Hasta aquí mi plática de esta tarde, señores.

Samael Aun Weor

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